Concierto Casual para Flauta y Trompeta en La Mayor
Todo inició así, así de fácil e intangible: Un choque de miradas sedientas de Amor...
No se que le dije, ni qué ella me respondió, cuando sin saberlo estábamos en la pensión; ella era bella, rayando los treinta y tres.
Yo besé cada palmo de su piel, y sin quererlo tanto, frente a ella, yo de pie, ella sentada al borde de la cama – así parado y erecto – poco a poco, fue sorbiendo toda mi sexualidad... Y por tener ganas de recordar, y no por ser menos hombre, cuento lo dulce que fueron para sus labios mi glande tan grande y mi prepucio tan lucio; degustando, de beso en beso, sus ahogados suspiros, sus estertores guturales, y sus cuencas oculares, fueron pocas para mantener sus desorbitados ojos, al perderse todo mi pene con pena –entre sus labios carnosos– engulléndolo hasta el cielo, de su boca, haciendo sonar su campanilla de San Juan, así de honda su garganta, así de ávido su amor...
La Vía Láctea de estrellas y asteroides se fueron en el primer disparo, a quema ropa y boca de jarro, sirope silencioso, apagado néctar, para Eva en su manzana de Adán, y el segundo tiro, su nuca bañó... Pues así era su nombre, como la primera mujer, mas si Adán tuvo querida antes de Eva, esta chavala, que un concierto tocó, fue mi querida y fue mi amante casual, y aun la recuerdo mucho mas, que aquella Lilita, la mujer que yo amé, aquella me tuvo hijos, y ésta me tuvo amor.... ¡Ella sorbió mis mieles, y yo bebí, de sus rojos labios escarlata, la dulzura de su pasión!
Y así termino esta historia de amor fugaz, que inició con una mirada y terminó con acordes de trompeta y erupciones desbordadas de mi energía seminal...
Josman Wonoband, enero de 2009, Indian Transports
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